para no hacerme daño,
no volverías a hablarme,
para que así yo no pudiera malinterpretarte.
Y yo te contesté que,
si no volvías a hablarme,
entonces sí que ibas a dañarme.
Pero poco importa ya todo:
como la rosa rechazada,
como el bloqueo realizado,
como la rambla que confluye
con una calle ancha y oblicua.
Poco importa ya todo,
porque todo duele
a pesar de tu tacto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario